JUAN MANUEL BONET                                                              Ex_director del IVAM,del Centro de Arte Reina Sofía y del MUBAG                                                                                   Director del Instituto Cervantes

con su rugido envolvente y perfume embriagador

acrílico sobre tela

200 x 200

Ignacio Chillón se ubica en un territorio intermedio entre abstracción y figuración, y cuyo potente y desenfadado arte en azules y negros nos trae a la memoria la poética de un pintor tan veterano como Luis Gordillo.


Arte en la Casa Bardín - sintítulo ocho                                VICTORIA ARRIBAS ROLDÁN

Desde el pasado 24 de septiembre, La Casa Bardín de Alicante acoge la muestra Sintítulo ocho del artista Ignacio Chillón. Comisariada por la comisaria y crítica de arte Christina Poveda, la exposición forma parte del proyecto “ARTE EN LA CASA BARDÍN” cuyo objetivo es dar a conocer a los artistas, críticos y comisarios de la provincia, y está organizada por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert.

 

Hay en el trabajo de Ignacio Chillón (Murcia, 1974) algo de esquivo, de juego de aparición y desaparición que hace que su obra se nos presente en ocasiones a borbotones y casi de forma avasalladora para luego sumirse en un letargo, en un silencio en el que el artista permanece en la sombra esperando el momento ideal para volver a cogernos desprevenidos y desbordarnos. Esa es su regla del juego y queda a la discreción del espectador el tomarlo o dejarlo, el aceptar sus normas dejándose llevar por ese torrente creativo caprichoso y voluble.

El planteamiento de la exposición que nos presenta Ignacio Chillón en esta ocasión sigue fielmente este alevoso modus operandi. En palabras del propio artista afirma; “Elimino títulos, elimino marcos, quiero marear al espectador”. Ignacio no sólo nos muestra y desvela su trabajo cuando le place sino que además renuncia de forma taxativa a aportar clave, texto o título alguno sobre las obras y menos aún soluciones sobre el enigma que nos plantea, escatimándonos toda referencia que nos sirva de asidero y nos ayude a situarnos ante lo que contemplamos.

Cada nuevo proyecto de Ignacio Chillón responde a un momento catártico en su vida y como tal nos es planteado y presentado; A mansalva, a bocajarro. Su método de trabajo es extremo como lo es la experiencia creadora que lo desencadena. Pinta compulsivamente rozando en ocasiones la pintura automática, depura inmisericordemente y destruye sin compasión aquello que no le convence transformando el acto de pintar en un proceso de selección natural en el que él se erige en ente a la vez creador y destructor. Hasta llegar a lo que él llama el “momento final” a partir del cual la pintura fluye, el pincel se desliza ahora más plácidamente aunque sin abandonar la premura ni la tensión y las obra se desencadena, comienza a aparecer ante nuestros ojos como aguas plácidas que transcurrentras un trayecto previo plagado de turbulencias y remolinos. Y eso es lo que Ignacio busca a toda costa en su trabajo, el llegar a ese momento de ataraxia en el que nada ya puede pararle y las pinturas cobran forma casi de manera natural.

Nuestra vista se desplaza entre un marasmo de grafito y acrílico. A caballo entre la abstracción y la figuración innumerables formas nos instan (y obligan) a poner en marcha todos los mecanismos de organización perceptual con los que defendernos del bombardeo realizando a duras penas el proceso cerebral adquisición de datos-extracción de características-reconocimiento de patrones-toma de decisiones que nos arroje luz sobre las obras en una experiencia casi sinestésica.

Texto Crítico de la comisaria, Christina Poveda

Sintítulo ocho, que podrá verse hasta el 29 de octubre, se completa con visitas guiadas los días 1 y 15 de octubre, y con una charla-coloquio con el artista y la comisaria el 8 de octubre.

 

El control del gesto                                                 GUILLERMINA PERALES

 

Ignacio Chillón incita a una reflexión sobre los diferentes registros del dibujo como boceto, ilustración, ensayo y obra de experimentación, obra definitiva, diseño... Diferentes concepciones que la obra de arte asume en la actualidad, a partir del cuestionamiento de la tradición de esta técnica artística y por lo tanto de la pintura. Chillón, en esta exposición, construye el espacio de la pintura a partir del papel en blanco, material que le facilita una factura que, no siendo totalmente de acción, es de gesto, utilizando un recurso o dibujo con un movimiento que se repite en sus obras. El blanco sin matizar ayuda al elemento compositivo, actúa creando un fuerte contraste entre su superficie y el gesto que introduce. En la plástica del XX, la pintura plana adquiere nuevos valores en la mirada de pintores que incorporan el lenguaje de la publicidad, del cómic, de la ilustración, de los medios de comunicación... En cuanto a la ejecución, el papel acorta los tiempos de secado y manipulación de la pintura, lo que requiere de la inmediatez y la no rectificación, dando lugar a una frescura y limpieza que difícilmente se puede conseguir en otro medio. Al papel tradicionalmente se le ha identificado con el boceto, un paso intermedio, que no importaba como obra sino como instrumento para pensar. Solo cuando el dibujo era muy bueno, el artista lo conservaba, pero siempre tenía la connotación de creación menor, ante el lienzo o la escultura. El dibujo se constituye para el ensayo de nuevas ideas, fragmentos inacabados, sin composición académica. Pero estos errores o aciertos, o ensayos, son seleccionados por el artista para construir su lenguaje plástico. Chillón, en su diálogo con el espacio, hace su lectura a partir de unos elementos que conforman una apariencia de volumen en contraste con lo plano. Algunas líneas más o menos abstractas tratan de romper la dinámica plástica del arrastre del pincel. Su obra gira sobre los mismos principios, el contrapunto entre el plano, el contraste y el gesto.

Cada artista trabaja a partir de la información que posee, que le ha marcado, buscando la concreción de su visión del espacio. Y en Chillón encontramos la referencia a Philip Guston (Montreal, 1913- Montreal, 1980), uno de los primeros autores que, en los años 60, asimila algunos conceptos del cómic, para la creación de una figuración que estaba buscando desde hacía años, pasando por la abstracción expresiva. Así magnifica los elementos de esta figuración a través de un gesto construido que se basa en una escritura automática, que pintores realizados en el primer surrealismo como Arshile Gorky (Armenia, 1905- Connecticut, 1948) habían desarrollado. Con gran conocimiento del arte, Guston puede jugar tanto con el cómic como con Picasso, de Kooning o Gorky, pero crea una imagen propia, un lenguaje propio, con un gesto que identificamos producto de esta expresión personal de su conocimiento del espacio pictórico. Chillón, como muchos otros autores de su generación, está inmerso en esta investigación, impactado por la esencial imagen de sus maestros.


Christina Poveda                                                                 galería ARANAPOVEDA

Arte en la Casa Bardín _ignacio chillón

24 sept / 29 oct

 

Hay en el trabajo de Ignacio Chillón (Murcia, 1974) algo de esquivo, de juego de aparición y desaparición que hace que su obra se nos presente en ocasiones a borbotones y casi de forma avasalladora para luego sumirse en un letargo, en un silencio en el que el artista permanece en la sombra esperando el momento ideal para volver a cogernos desprevenidos y desbordarnos. Esa es su regla del juego y queda a la discreción del espectador el tomarlo o dejarlo, el aceptar sus normas dejándose llevar por ese torrente creativo caprichoso y voluble.

El planteamiento de la exposición que nos presenta Ignacio Chillón en esta ocasión sigue fielmente este alevoso modus operandi. En palabras del propio artista afirma; “Elimino títulos, elimino marcos, quiero marear al espectador”. Ignacio no sólo nos muestra y desvela su trabajo cuando le place sino que además renuncia de forma taxativa a aportar clave, texto o título alguno sobre las obras y menos aún soluciones sobre el enigma que nos plantea, escatimándonos toda referencia que nos sirva de asidero y nos ayude a situarnos ante lo que contemplamos.

Cada nuevo proyecto de Ignacio Chillón responde a un momento catártico en su vida y como tal nos es planteado y presentado; A mansalva, a bocajarro. Su método de trabajo es extremo como lo es la experiencia creadora que lo desencadena. Pinta compulsivamente rozando en ocasiones la pintura automática, depura inmisericordemente y destruye sin compasión aquello que no le convence transformando el acto de pintar en un proceso de selección natural en el que él se erige en ente a la vez creador y destructor. Hasta llegar a lo que él llama el “momento final” a partir del cual la pintura fluye, el pincel se desliza ahora más plácidamente aunque sin abandonar la premura ni la tensión y las obra se desencadena, comienza a aparecer ante nuestros ojos como aguas plácidas que transcurrentras un trayecto previo plagado de turbulencias y remolinos. Y eso es lo que Ignacio busca a toda costa en su trabajo, el llegar a ese momento de ataraxia en el que nada ya puede pararle y las pinturas cobran forma casi de manera natural.


Nuestra vista se desplaza entre un marasmo de grafito y acrílico. A caballo entre la abstracción y la figuración innumerables formas nos instan (y obligan) a poner en marcha todos los mecanismos de organización perceptual con los que defendernos del bombardeo realizando a duras penas el proceso cerebral adquisición de datos-extracción de características-reconocimiento de patrones-toma de decisiones que nos arroje luz sobre las obras en una experiencia casi sinestésica.

 

 

Christina Poveda

galería ARANAPOVEDA

 


KRIBI HERAL artista

sintítulo 7 _ 4

acrílico sobre madera

100 x 250

 

Nacho y el rojo, hermanos de sangre

Nacho y el negro, imperecedero

 

Nacho y el blanco, el principio para el ser o ser, dos seres

 

El negro como ausencia de luz

 

El blanco luz en estado puro

 

El rojo como catalizador del trinomio orgiástico

 

Chillón es un artista “bicelular” cuya membrana plasmática alberga a un pintor y a un actor de teatro, conclusión: gestos. En teoría, mientras en un escenario sus gestos son medidos, estudiados, ensayados, premeditados, contador de historias aderezados por su salsa personal, cuando e planta delante del lienzo el gesto se deja de historias y revela su propia conversación interior, su propia geografía mental, y aparece escupida desde el negro al rojo y del rojo al negro sobre el escenario del blanco que trasciende a una imposibilidad, como diría él, casi metafísica de dos fuerzas antagónicas.

 

Esto ha quedado muy trascendental, pero es verdad. Por otra parte podría hablar de Motherwell, de Franz Kline, de su querido Sugaï,… pero los que conocemos su obra desde hace tiempo la reconocemos como suya: chillonismo, chillonianismo, chillónico…

 


AURELIO AYELA  artista

sintítulo 5

acrílico sobre tabla

políptico

Nacho está conteniéndose, está guardando todo el rojo que lleva dentro

La melodía va cayendo, el ritmo se va imponiendo. Un fulgor verde abisal ha empezado a abrirse paso entre las tinieblas del negro.En ese nuevo lugar de visión infrarroja el mundo se vuelve extremadamante táctil. Podemos palpar el frío brillo del mineral, también el cálido musgo, esencial y eterno. Podríamos atravesarnos la mano con un rayo y no sentir nada. Lo que no podemos negar es lo que ha sucedido


TOMÀS MESTRE                                                                        Actor-Autor-Director teatral                                               Director de les Aules de teatre de la UA

el león violeta acecha inexorable

acrílico sobre tela

200 x 200

Ahora era ayer cuando trataba de hacernos cómplices de que “todo es mentira” y llegamos a creer que, al menos “todo no es del todo cierto”.

Con la impunidad del artista, con la convicción de que nada hay que explicar con palabras, con su personal “tempo”, la figura espigada y serena de Nacho nos habla del LEÓN VIOLETA, de sus sensaciones, de la luz y del juego de los colores. Nos invita a hacer una mirada personal, única e intransferible de sus pinturas, producto de una necesidad irrenunciable.

Nos deja solos ante una inconfundible manera de expresar, de sentir y reflejar los sentimientos, el pensamiento y la pasión, diciéndonos al mismo tiempo que ahora nos toca a nosotros dejarnos llevar ante sus expresiones, que ahora hace falta, que ahora deberíamos, que ahora es su momento, pero también el nuestro.